Esperar
Esperar es una tarea difícil:
Miras el reloj, escuchas música con un solo casco por si suena el móvil, refrescas varias veces el del correo electrónico y vuelves a mirar el reloj… En fin, un montón de acciones que debes combinar con el resto de cosas que haces habitualmente, hoy, trabajar pese a que tú estés en Londres.
La verdad es que sonaba bien eso de pasar parte del fin de semana resguardados del frío en algún pueblecito perdido. Aún por la noche, cuando supe que no volverías a llamar para confirmar el vuelo de regreso, pensaba: “en unos segundos sonará el timbre de la puerta”. A veces, hasta yo misma me sorprendo de cómo la imaginación se apodera de mi pensamiento...
De todas formas, ayer, después de colgar el teléfono pensé que quizá era demasiado precipitado. Me sorprendo utilizando este adjetivo si pienso en lo que llevo esperando esto pero… Después de un par de años quizá es mejor vivirlo entero. Por un momento, incluso me entristeció pensar que con los nervios de la noticia ni tan solo nos despedimos con un beso. Con las prisas no hubiese podido soñar excursiones o hacer una lista de todas las tonterías que querría llevarme el primer fin de semana que pasemos juntos en otra cama.
Sonaba bien pero no debía ser el momento.