en pocas palabras...
Silencio. Caras agridulces de banderas que llegaron en muy poco tiempo a media asta.
Miradas, suspiros y gestos de resignación.
Sonrisas. Nerviosas, inquietas, desconcertadas. Se abre la veda pero los más remolones se resisten al final. Se comenta la jugada en pequeños grupos y entre empujones de reloj llegamos al final de la escalera.
Complicidad. Nadie va a llorar por esto pero a todos nos sabe mal no poder otorgarnos ese espacio en el que compartir lo que somos por encima de lo que sabemos, hacemos, o pretendemos.
Risas, palmadas, caricias, la despedida más larga.
Palabras que hablan de sueños que de no haber sido contados hubiesen llevado nombre de deseos de año nuevo. Menos mal que nos lo recordaron
que para permitirse ser no hace falta ser niño