Acércate
Mírame atentamente. Estudia mi rostro. Haz que me acerque y rodea mi cuerpo con tus brazos hasta que te asegures que no voy a moverme. Suspira. Escucha como se aceleran mis latidos.
Seduce con tus labios mi cuello, hasta que recline la cabeza sobre tu hombro y notes mi pelo rozando tu oreja. Deja que el aroma de vainilla invada tu olfato.
Desliza tus dedos por mi espalda y no te apures. El paso del tiempo, de esos breves segundos hace que te desee cada vez más, que mis manos se humedezcan con el resto de nuestro cuerpo.
Juega conmigo. Resístete a la vez que me tientas. Engánchame a tu risa nerviosa. Hipnotízame insinuándote. Cuéntame lo que quieres, lo que piensas, tus deseos más ardientes, pero no digas nada.
Atiende a nuestro respirar acompasado.
Sigue acariciándome y deja que te mime, que te excite. Humedece tus dedos y déjate llevar. Te desnudaré y me acercaré a ti tanto como pueda hasta que seamos uno sólo. Y después… después te dejaré sonreír, que me mires cómplice hasta que bajes la guardia para volverte a seducir.