por un olvido imposible
Necesito escribirte, pensarte. Estoy confundida. Ahora… mientras hablaba contigo… me golpeaban las imágenes de cuando estuvimos juntos aquí. Del primer y único paseo nuestro por la playa. De las risas del restaurante dónde cenamos. Del camarero y de la discusión que tuvimos entonces. Del abrazo que me diste al bajar por primera vez del coche. De las lágrimas en el hotel… De ti…
Siempre, cada día que pasó des de que te fuiste pensaba que jamás volvería a querer a nadie cómo a ti. Que en el corazón sólo cabe un gran amor, y que aunque no pudiera ser, yo el mío ya lo había encontrado. Al menos sabía que estabas ahí. De hecho, aún lo sé. Cada día que pasa me demuestras cómo estás ahí.
Esta mañana has sido cruel, he llorado. Mucho. Me ahogaba. Has abierto mis ojos mientras una luz fuerte apuntaba directa a mis pupilas. Un eclipse.
También has sido sincero, mucho. Sé cómo te ha costado sacar esas palabras... que me dolían al oírlas quizá menos que a ti pronunciarlas.
Cuando se empieza a querer a alguien, el sentimiento puede deformarse, transformarse, intensificarse o diluirse, pero nunca desaparece. Te quiero, y lo que dices, cómo me has hablado hoy sólo podría hacerlo alguien a quien verdaderamente le importara. Hoy te he sabido a mi lado. A pesar de todo, y con todo.
He estado pensando en todo lo que decías. Mientras me hablabas sólo podía almacenar palabras, casi cómo una grabadora, para pensarlas después. Para llorarlas. Mientras hablábamos. Cada vez que te pedía que callaras se abría una grieta nueva en mi corazón, o peor... una ya abierta se hacía profunda, gorgoteaba hasta desangrar.
Le quiero. Me volví a enamorar de la persona equivocada, o quizá no. Puede que no haya error o acierto. Quizá sea sólo que quiero a quienes no pueden quererme cómo necesito.
Lo sabes, acabo pensando que por algún motivo no debo merecerlo.
Cuando el aire ha empezado a saturar mis pulmones, cuando ha empezado a olvidarse del camino... y el mareo se a apoderado de forma psicosomática de mi ser... he ido a refrescarme. Me senté en el suelo del baño. Por suerte mi amiga se había ido a una entrevista y yo estaba sola... conmigo y tus palabras.
Tienes razón. En todo lo que has dicho. Por eso lloraba. Por eso lloro.
No sé si me quiere, creo que es sincero. Tengo su mirada clavada en mi recuerdo. Sus gestos. Su manera de hablar. Era cierto. Debe serlo. Aunque no pueda ser. Aunque no sea ahora.
A estas horas... siento que estará pensando aun en lo que hizo. Lo perturba y lo tortura. Ayer se ahogaba su voz en el teléfono. Con la mía también.
Pero hay algo. Desconozco si es un mal querer o un querer que no llega a la intensidad que debería. Quizá sea sólo ese dramatismo romántico de la dificultad del sueño lo que hace que lo sienta dentro, en el estómago, en la cabeza, en el alma... en el corazón.
Si no viene, si no vuelve... no puedo estar con él, pero no sólo porque no haya venido sino por lo que significa de sí mismo... de su escala de valores. De sus prioridades. De su manera de entender la felicidad.
Lo decías esta mañana. Tenias de nuevo razón. No es un día, o una noche de pasión, ni unas vacaciones... son discusiones, sonrisas, anécdotas, tonterías, recuerdos, sueños, proyectos... una vida... y yo... yo no sé vivirla en porciones ni en tantos por ciento. Quien sea que esté a mi lado, si es que acaba habiendo alguien...
Me he asustado por más cosas... lo sabes. Cuando hablabas de ella...
Hace días que me hablaba de una lista macabra de sueños rotos, de cosas que ya nunca haría y de personas a quienes les pasó el momento... en dos palabras... de recuerdos dorados... me duele horrores, pero sé que tengo todos los números de formar parte de lo que pudo ser y nunca vivimos...
Cada vez que pronunciabas su nombre... me dolía doblemente. Lo voy a escribir sin embudos. Con la sencillez de las cosas complejas.
Me dolía porque ahora era yo con él... y replanteaba toda una situación. Hace que piense en un futuro incierto, oscuro, laberíntico que no me deja dormir...
Y me duele, me escuece porqué fue ella ese sueño roto... ese recuerdo en paño de seda que aun no descifraste... es a ella o a lo que podría haber sido lo que añoras... y... y no a mí... ni a nuestras promesas. No a nuestros sueños...
Es cierto. No es justo. Quizá sea excesivamente egoísta, pero me siento celosa. Aunque no debiera. Lo estoy.
Me gustaría... me gustaría ser parte imprescindible en tu vida... formar parte de ti. Somos amigos, lo sé. Te quiero, te aprecio y te añoro en cada uno de los momentos que irrumpes en mi cabeza, en mi pensamiento... en mi. Son más de los que crees. Seguro que más de los que deberían.
Cuándo me di cuenta que me estaba enamorando de él... me sentía vil, cruel, traidora... ¿Recuerdas cuando te contaba historias efímeras con otros que me encontré? Eso... eso podía decírtelo... en el fondo sabía que no era cierto... incluso llorando y lamentando el fracaso... aun reconocía un pedacito de ti... ese que nunca desaparece...
Con él en la historia... las cosas cambiaban. Se lo expliqué. Te conoce. Sabe lo que tuvimos... fuese lo que fuese. Sabe lo que tenemos. Y tu tenias derecho a saber lo que estaba pasando, pero me dolía, y temía hacerte daño... tuve mucho miedo a perderte.
No fue así. Reaccionaste cómo nunca hubiera esperado, y... también me dolió... me dolió que no rechistaras, que no te quejaras, que no intentaras pararme... que te “alegrarás”... aun me duele... aunque fuese lo correcto, aunque en teoría fuese lo deseado...
No puedo contarte nada más porqué ni yo lo sé, pero es lo que te decía esta tarde. Lo que le dije a él.
Ayer me decía entre palabras rotas y golpes de rabia que me quería. Que era muy especial. Que no había demasiada gente con mi sensibilidad. Que era alguien importante en su vida.
Algún día acabaré creyéndolo... quizá... el día que la misma persona que verbalice, susurre o grite esas más que palabras... no huya. El día que ese “alguien” se quede a mi lado.
No voy a desaparecer. No me voy a alejar de tu lado. A veces pienso que sólo te tengo a ti. Aunque suene raro eres el único que me conoce en todas mis facetas... en todos mis “yo”... aunque el de enfado no lo padeces directamente porqué entonces nos quedamos cabezotas sin hablarnos...
Si confío en alguien ese alguien eres tu. Si creo, escucho o acabo dando la razón a alguien... vuelves a ser tu... y sí, también sufro por ti... por no poder abrazarte cuando me necesitas o por no saber escucharte cuando no lo pides. Por no responderte como mereces. Por no quererte como necesitas sino a mi manera...
Estos días... hoy... no sabes cómo te agradezco todo lo que has hecho por mí. Sólo podías “despertarme” tu... sólo podía contar contigo porque eres el único que se esfuerza en entenderme...
No te enfades conmigo pero... gracias... muchas gracias... por estar ahí, por aguantar mis chiquilladas y mis ataques de genio... gracias por seguir siendo mi amigo...
QT... cómo sea que pueda merecerlo...