LaMiradaDelGato

Aquí y ahora necesito pensarte. Imaginarte hasta sentir tu olor. Escribirlo es el paso previo a poder susurrarte al oído que quiero sexo contigo.

He tropezado contigo en medio de la calle y no he podido disimular el rubor y las dudas. Han durado segundos, esos que parecían eternos minutos hasta que tu también te giraste y comprobaste que éramos tu y yo.

Tropiezan también nuestras palabras hasta que nuestros labios se encienden y las apagan.

Me río. Olvido dónde iba y me impaciento por saber dónde vamos.

Tus manos frías se mezclan entre la ropa, nerviosas, sin destino, probando... Y de pronto la veo.

Te empujo, lo siento. Pero no puedo evitarlo, no quiero.

Ahí está esa portería, la que ya había visto. La que reconocemos y se vuelve testigo de nuestro deseo.

Es pronto y tarde a la vez. Y así, intenso, breve y fugaz, sin llegar a nada pero a una cremallera y un par de botones de tenerlo todo, nos miramos.

Ahora vuelve a ser urgente y buscamos una fecha para escuchar sin testimonios nuestros gemidos. Un espacio en el que respirar profundamente y recuperarnos hasta volver a encontrarnos.

Ahora sí, urgente. Antes de que volvamos a surfear la ola.

A veces mis veces son difíciles de gestionar.
Ahora, simplemente, no puedo con ellas.

Todos fuera y yo en casa y pienso en escapar. En salir a volar. Viajar. Llegar dónde estás y acabar con esto ya.
Ardo. Me imagino al mismo Diablo y no puedo evitar desearlo.

A veces mis veces son difíciles de gestionar.
Ahora necesitaría tu voz, tu cuerpo y tu aliento para poderme calmar.

Algo que no sé describir presiona mi sexo. Es constante pero prende con fuerza cuando te leo.
Borro tus mensajes aunque después los recupere en mi memoria.
Veo la última foto y la mezclo con las de ayer. Vivir entre los extremos del blanco y tus grises, visualizar rincones lejanos.
Blancos llenos de silencios que esconden gemidos. Grises industriales llenos de ruido a cielo descubierto.

A veces mis veces son difíciles de gestionar.
Ahora me pregunto por cuánto tiempo las podré apaciguar.

El deseo eriza mis pechos, mis piernas se mueven inquietas. Esperan, supongo, un placer que no llegará inmediato.
Un arder que hoy invade mi cuerpo y mi cabeza.
Mis veces te esperan, quien quiera que seas.
Mientras, ellas y yo nos distraemos redibujando mis curvas con anhelos de más.

A veces mis veces son difíciles de gestionar.
A veces creo que sería mejor dejarlas salir, afrontar, sentirte dentro de mí.

Me despertaste. La despertaste y cada vez está más cerca el imposible de volver atrás.

Fa dies que s’han despertat en mi lluites internes. Sempre n’he tingut i algunes són velles conegudes però aquestes em pertorben d’una forma especial perquè se m’enduen. Acaben contagiant-me un desig que ja no sé si és teu o meu. Podria aturar-les i no ho faig. I ara, mentre ho escrit, em tremolen els dits.

Diràs que aquest relat el construïm plegats, mentre conversem, però no puc parlar de nosaltres. No vull.

Així, sense demanar permís, irromps en el meu cap i a cop de missatge, un impuls elèctric recorre el meu cos. L’obre i el desperta. Sé que no penso amb claredat. I aleshores em rendeixo i em deixo portar. I així fins a altes hores de la matinada.

Sembla tot tan real, esdevé tot tan real, que fantasejo pensant que un dia et trobaré en un bar, creuant el carrer o comprant el pa… i de seguida em pregunto què passarà? No vull quedar amb tu. No et vull buscar. Només serà si ens trobem, perquè sí, sense més i amb totes les conseqüències. Si tot això té algun sentit, serà algún demà.

Ara, amb els llavis plens de desig i encara amb aquella mena de son que et queda després del sexe, jugo a imaginar la trobada.

Avui i ara m’ha vingut el monestir. Si t’envio una foto de la muralla, vindràs? Potser mentre t’esperi, em treuré les sabates i miraré les estrelles d’esquenes a la lluna fins que els teus dits passegin pel meu coll, com reconeixent un camí que ja coneixen...

Què ens trobarem després? espero que ho tinguis pensat i que parlem poc i mentre escric això torno a entrar en contradicció. Voldria pensar que el foc no s’esvairà si en algun moment tot això es fa real. Voldria pensar que en una sola mirada s’esvairà el desig i tot tornarà a la normalitat.

Si no s’atura, si no ens aturem, haurem d’arribar a un lloc segur en pocs minuts perquè juguem al tot o res. A deixar-nos portar pel desig més irracional, o la caiguda en la calma i les paraules tímides que intenten reconduir.

Però si això no s’atura, si no ens aturem, haurem d’arribar a un lloc segur en pocs minuts, abans que les nostres mans descordin botons i desbordin la roba. Abans que les llengües deixin de tenir prou amb les boques i clamin a recòrrer el cos.

Hem dormit poc i un pensament ingenu em calma a l’oïda. Em demana que l’escolti amb un somriure confús i, com si fos el secret millor guardat de l’univers, em confessa que si hi ha alguna possibilitat d’aturar-nos és una i és aquesta. Escriure’t i trencar l’encanteri pervers que fa trontollar les meves nits i alguns dies. La mateixa oportunitat que és capaç d’enredar-ho tot encara més i podria fer que volguessis seguir escrivint aquesta història...

Lo que realmente me apetece es que paseemos por Granada. Que miremos la luna sentadas en esa terraza y que al cerrar los ojos la oigamos a ella mientras prepara el té de flores que compramos antes en las tiendecillas de detrás de la catedral.

Pasemos unos días reencontrándonos con ella y con lo que fuimos allí y vayamos luego a reescribir nuestros recuerdos, a hacer nuevas fotos. Volvamos a las rocas, compremos el ramo de flores más bonito de la tienda y subamos la cuesta hasta el cementerio. Contémosle nuestro viaje y que seguimos juntas y con ella. Que la queremos, que nos queremos y cuánto nos echamos de menos, también con ella.

Después escapémonos a la ciudad mágica a sentarnos en la plaza y esperemos a que la música de las guitarras se mezcle con el sonido tímido de la fuente.

Riámonos de la mano por las callejuelas de las teterías y escojamos cada una una lámpara de piel pintada para llevarnos a un rincón de cada casa un trocito de nosotras. Volvamos al paseo de los tristes, y también a Almuñécar. Sentémonos en ese restaurante de la playa y de vuelta a la ciudad compartimos una de esas gigantes patatas heladas. Vayamos de tapas. Hablemos hasta que vuelva a ser de día.

Llenémonos hasta que sea tiempo de volver a echarnos de menos y nos tengamos que despedir con una sonrisa en los labios y un abrazo de "hasta luego".

Te quiero.

No hables.
Quiero que tu mano luche contra la fuerza de tus dedos sedientos de mí.

No me mires con ternura.
Conviértete en un lobo que devora su presa.

No preguntes.
Deja que tus respiros griten y que se acelere tu pulso mientras te apoderas de mis ropas.

Quiero que sientas como humedeces mi piel con solo rozarla.
Quiero que la pasión se apodere de tu cuerpo, de tu mente, de tus ojos.
Quiero que mi cuerpo sea tuyo.

Acelérate hasta que se nos nuble la mirada.

Y no, no digas nada.